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lunes, 14 de octubre de 2013

Que el cemento te sea leve


Un minuto de silencio por un empedrado que no podrá ser registrado por completo. Un minuto de silencio por esas estructuras de saneamiento decimonónicas que no serán documentadas. Un minuto de silencio por esos negativos que nunca podremos definir por completo… Incluso, un minuto de silencio por esos muchos rellenos, por esas lozas y cerámicas de época moderna que se habrán perdido, esas monedas, fragmentos de pipa de caolín. Nunca volverán a ver la luz. Y eso si no contamos con posibles sorpresas. El hecho es que todos esos datos se han perdido para siempre, han ardido en aras de una burbuja pinchada que no desespera de hacer estupideces.


Paseaba yo el otro día por las callejuelas de Vigo, disfrutando de un día soleado. Lo cierto es que los paseos con carrito de bebé son una experiencia diferente, fascinante y reveladora acerca de la estupidez humana. Esta ciudad tiene una cantidad ingente de escaleras, rampas absurdas que también llevan a escaleras (todavía no entendí el sentido, pero es así), aceras con escalones de cuarenta centímetros que dan directamente al paso de cebra y cuestas con pendientes dignas del Tourmalet y del Angliru juntas.

Como decía, ahí estaba yo con el carrito y mi chico disfrutando de esa bucólica y perfecta estampa familiar cuando, repentinamente, reparé en algo extraño en mi paseo… «Mira tú», pensé, «este solar me suena… ¿Será? No puede ser. Tenía un control arqueológico de obra pendiente desde hace varios años....»

Las ruedecitas del carrito de mi hijo fueron acompasando mis pasos, adelante, y luego, hacia atrás, para fijarme bien en el número del lugar… «Sí, sí, treintaiuno, como el departamento al que pertenece mi ciudad natal, como el año en el que se inició la II República. Ese es el lugar. ¿Por qué tiene cemento reciente sobre el suelo? Pero… ¿qué ha pasado aquí?»

Total, con cara de póker, cogí el móvil para sacar fotos al magnífico panorama y hacer las gestiones pertinentes con el asunto ¡Qué felicidad!

No es ni la primera ni, lamentablemente, la última vez que algo así pasa. Probablemente, no fuera a ser la quintaescencia en cuanto a yacimiento, pero no es sólo lo que intuyo que se ha perdido sino también lo que pudo haber sido y no fue, lo que nunca sabremos. No es sólo por los restos materiales aniquilados por una excavadora y el cemento, sino por todo el trabajo de documentación que no se ha hecho y los datos que se habrán perdido para siempre. Y a todo eso (como si ya no fuera poco) hay que sumarle esa sensación terrible de ser tomado a pitorreo, de que la Arqueología no es tenida en cuenta como una contingencia de obra más (sí señores promotores, si estáis en una zona de cautela arqueológica, de un mismo modo que tenéis que adoptar medidas de seguridad, tenéis que hacer una intervención arqueológica), sino que es vista, por algunos, como una molestia que intentan saltarse a la primera de cambio. Ya había tenido desencuentros en los que intentaron tomarme el pelo, pero nunca tanto. Fueron experiencias «divertidas» como:

—Pero aquí habéis excavado ¿no?

—No, no… Bueno sí, pero hemos vuelto a poner la tierra en su lugar

Un genio y una tarea de chinos. Devolvió cada grano de tierra a su lugar original, colocándolos el mismo orden exacto, respetando la estratigrafía original…seguro…


—Pero aquí habéis excavado ¿no?

—Ah es que tú nos dijiste que se podía

Una mentira vil, obviamente.


—Pero aquí habéis excavado ¿no?

—No, no.

—¿Y por qué veo cuarenta centímetros rebajados por debajo de la cimentación del edificio con la roca rascada por los dientes de la pala en perfil?

Silencio…


Intentaron tomarme por tonta, me he encontrado con druidas en busca de fuerzas telúricas, con yonkis empedernidos, cotillas que tratan de malmeter contra el vecino, prostitutas amables, maniobras militares intentando invadir un túmulo megalítico, explosiones cada media hora teniendo que ponerse a resguardo, diluvios universales, televisores por la ventana, una cabeza de caballo decapitada, robos, gente haciendo cola desnuda para ducharse, agrias discusiones por seguridad, calores insoportables, etc, etc pero que se cargaran directamente todo lo que había en un solar sin avisarme en ningún momento… fue la primera vez.

Puede que haya sanción administrativa, pero el mal ya está hecho. Algún día tenía que pasarte, me dijeron, lo triste es que fuera así.

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